Buscas, walkie-talkies, Hezbolá e Israel, cuando lo más audaz es el retorno a lo clásico
Buscas, walkie-talkies, Hezbolá e Israel, cuando lo más audaz es el retorno a lo clásico
Martes, 17 de septiembre de 2024, estallan de forma simultánea los ‘buscas’ de miles de miembros de la milicia chií libanesa aliada de Irán, Hezbolá, la mayoría en Líbano, pero también en Siria e Irán. Poco antes de la explosión los aparatos reciben un mensaje que se mantiene unos segundos para asegurarse de que el dueño consulta el contenido. Hay, al menos, 14 muertos y cerca de 3.000 heridos.
Miércoles, 18 de septiembre de 2024, apenas 24 horas después de la primera oleada de explosiones se produce una segunda, similar, también son objetivo los miembros de Hezbolá, sólo que, en esta ocasión, estallan walkie-talkies y otro tipo de dispositivos electrónicos, incluso placas solares. Hay, al menos, 20 muertos y más de 450 heridos.
¿Qué hay detrás de estos ataques? Una operación especial de inteligencia tradicional. Una que, sin duda, se estudiará a partir de ahora en los manuales y en los cursos de Inteligencia por varias razones, como su idea original, su diseño y su ejecución.
Una operación que se enmarca en una especie de “juego del gato y el ratón” entre dos enconados enemigos, que dura ya décadas. Tras la guerra entre Israel y Hezbolá de 2006, los análisis posteriores para averiguar los fallos cometidos en el seno del ejército israelí descubrieron que, en materia de Inteligencia, Tel Aviv había estado en parte ciega, porque los milicianos chiíes habían recuperado formas de comunicarse como, por ejemplo, a través de cartas manuscritas llevadas de uno a otro por pastores de cabras, de los que hay tantos por la región. Un método, y una intención, de evadir la vigilancia tecnológica israelí de los que se tomaría nota en Tel Aviv.
En los años posteriores, conscientes en Hezbolá del elevado nivel de Israel en materia ciber y de su desarrollo de programas para espiar mediante los teléfonos móviles, y sabiendo que ya ninguna aplicación de mensajería encriptada está a salvo, la milicia chií empieza a utilizar formas más antiguas de comunicación, como buscas y walkie-talkies.
Del mismo modo, Israel empieza a operar teniendo lo anterior en cuenta. Aunque Tel Aviv guarda silencio, según han publicado medios como el New York Times y la agencia Reuters, detrás de las explosiones de dispositivos de comunicación hay una operación especial de inteligencia de más de un servicio, al parecer, diseñada por el Mossad (la agencia de inteligencia exterior israelí) y en colaboración con la Unidad 8200 (de la inteligencia militar), que se habría encargado de las pruebas técnicas para insertar el explosivo en el proceso de fabricación de los aparatos.
Según las informaciones publicadas, la operación se habría llevado a cabo durante aproximadamente 15 años. Un tiempo en el que la inteligencia israelí habría creado varias empresas pantalla, como la húngara BAC (relacionada con los buscas), otra empresa búlgara y una más japonesa, vinculada a los walkie-talkies. Todas ellas reales y fabricando lo que decían que fabricaban y entregando los productos a sus clientes, sin el menor problema.
Sólo importaba un cliente: cuando Hezbolá empieza a ordenar pedidos, entonces, se le entregan los dispositivos “alterados”, con el explosivo incorporado.
Desde el punto de vista de los estudios de Inteligencia, destaca la originalidad de la operación, su ejecución y el hecho de que supone un regreso al sabotaje clásico, al “modus operandi” tradicional, en plena era de rápidos avances tecnológicos, de desarrollo de la Inteligencia Artificial y los sofisticados métodos de vigilancia electrónica. No cabe duda de que estos avances cada vez se implementan en mayor grado, pero, no nos olvidemos de la eficacia de lo clásico.