¿Cuál es el rol de la Criminología frente a la politización de la seguridad?
La sociedad del siglo XXI tiene que convivir con una gran cantidad de nuevas amenazas, que han mermado las posibilidades que antiguamente tenían los Estados para garantizar la seguridad. Por ello, es preciso evaluar el reto que supone actualmente para la criminología hacer frente a la politización de la seguridad, la demagogia penal y el populismo de los medios de comunicación.
Este tema fue abordado por Javier Gamero Kinosita, miembro de la Sociedad Europea de Criminología y Sociedad Suiza de Derecho Penal, durante su ponencia en nuestro VII Congreso Internacional de Criminología y Criminalística.
Desde INISEG, queremos ofreceros un resumen que os permita acercaros nuevamente a su disertación, con el propósito de fomentar el debate y la reflexión en torno a la Criminalística, que cada día se enfrenta a nuevos desafíos.
La política criminal en la sociedad posmoderna y la pérdida de conexión social
La política criminal de la sociedad moderna, explica Gamero, era “más racional y humana” y se desarrollaba en una sociedad de bienestar, en la que los riesgos se encontraban bajo control y el individuo estaba en el centro.
Mientras que la sociedad posmoderna, influida por los efectos de la globalización, la describe como una sociedad en la que prevalece la pérdida de la identificación colectiva, la inseguridad permanente y la falta de dominio de los riesgos, lo que conduce a una política criminal afectada por la pérdida de conexión social.
En tal sentido, cita al sociólogo alemán Ulrich Beck, quien describe al mundo posmoderno como un mundo atestado por doquier, de riesgos tales como el crimen organizado, el terrorismo global, el recalentamiento del planeta, las amenazas nucleares, las pandemias, las crisis financieras, entre otros.
Explica que todas estas nuevas amenazas con las que tiene que convivir la sociedad del siglo XXI, han diluido las capacidades del Estado para garantizar la seguridad.
De hecho, indica que hoy en día los problemas sociales y los riesgos globales son concebidos como consecuencias normales del progreso: “No son susceptibles de ser reprimidos, solo es posible reducirlos en intensidad y en magnitud (…) es el precio que tiene que pagar la sociedad posmoderna en este siglo por el desarrollo tecnológico”, señala.
En ese sentido, menciona la necesidad de desarrollar una política criminal “pre-crimen”, con una visión prospectiva, para desarrollar estrategias preventivas de minimalización del riesgo.
El derecho penal moderno ¿Una fachada?
Igualmente, Gamero compara el derecho penal clásico con el derecho penal moderno. El primero, estaba basado en impedir actos criminales a futuro y en una lucha instrumental contra la criminalidad. El segundo, a su juicio, “funciona como una fachada”.
En su opinión, el derecho penal moderno es una contribución simbólica que cumple ante la opinión pública una función demostrativa de la garantía de seguridad Estatal, para paliar el sentimiento de miedo e inseguridad de la población.
“Los políticos acuden al derecho penal… Las soluciones a la seguridad ciudadana son más videocámaras, más represión o penas mayores, porque no hay una política criminal contemporánea racional, coherente y moderna”.
“Los problemas sociales se transfieren al dominio del Derecho Penal y no los solucionan, sino más bien, los agravan”, es por ello que, según explica, hoy en día se piensa en función de la víctima y existe una dinámica que demanda liberar al Estado de esas cargas sociales.
Una solución extrajudicial para resolver los conflictos
Para hacer frente a estos problemas sociales, Gamero propone lo que define como el desarme del Derecho Penal y la activación de la responsabilidad social, que se trata de un enfoque de la labor del sistema penal en función de la víctima y no en función del autor del delito, con una mayor inclinación a la desregulación, a las acciones no punitivas y a una cultura alternativa para la resolución de conflictos, basada en la mediación, la conciliación y los arreglos amistosos.
“Se ha descubierto el gran potencial de solución del conflicto interhumano en el aspecto social, que debe de ser llevado a cabo por servicios sociales profesionales, de esta manera se disminuye el exceso de carga del sistema penal de justicia penal que afecta a la mayoría”, señala.
Se trata de buscar una alternativa social constructiva a la represión, pues la aceptación de la población es muy alta y, a veces, la reparación del desagravio resulta mejor que una sanción penal.
Advierte que los magistrados y otros especialistas en política criminal, es decir, los actores vinculados a la justicia criminal, tienen que diferenciar el mundo jurídico del mundo real: “Hay que buscar una solución extrajudicial de los conflictos”.
Una mayor presencia del criminólogo en la esfera pública
En su opinión, si bien los aspectos científicos de la criminología encuentran limitados los espacios mediáticos, la criminología debe ir más allá de su compromiso con la ciencia y la academia. Considera que los criminólogos deben utilizar los medios de comunicación para llegar a la opinión pública “para no dejar solo en manos de los medios y los políticos el diseño de la política criminal”.
“Yo postulo la responsabilidad que tenemos los criminólogos de poder hacernos presentes en los medios de comunicación social y no solamente en las investigaciones científicas”. “Hoy, lamentablemente, la criminología no orienta el trabajo de la política, sino que la política orienta el trabajo de la Criminología”, concluye Gamero.