Situación actual de Sudán del Sur
Breve reseña histórica
Sudán del Sur se encuentra ubicado en pleno centro del África subsahariana, es el país más joven del mundo y uno de los más castigados.
El tamaño de su territorio es casi idéntico al de Francia, donde cohabitan distintas culturas, razas y religiones.
Junto al inglés como idioma oficial, coexisten otros idiomas como el yuba, el yur modo, el nuer, y otras lenguas regionales.
Hay un 70% de cristianos y de ellos un 36% rinde culto a la Iglesia Católica y un 20% a la Iglesia Anglicana. Además hay Protestantes, practicantes de la Iglesia Copta, animistas y una minoría del Islam, entre otras.
Sudán del Sur hasta hace unos años formaba parte de Sudán, su actual vecino del norte. Junto al cual, a principios del siglo XX, formó parte del Sudán anglo-egipcio, un condominio del reino de Egipto y reino Unido.
Estaban bajo el mismo Gobierno, pero en territorios bien diferenciados. En Sudán se practicaba mayoritariamente la religión musulmana y el idioma común era el árabe, mientras que Sudán del Sur era de religión animista y el idioma oficial era el inglés.
En 1953, británicos y egipcios le otorgaron la independencia a la colonia en su totalidad, lo que no tardó en provocar tensiones, dando lugar a la primera y segunda guerras sudanesas.
En 2005 hubo un acuerdo de paz y se dio paso a un gobierno de 6 años, tras lo cual Sudán del Sur pudo al fin votar su referéndum.
En 2011, Sudán del Sur se convertía en el país más joven del mundo, tras una abrumadora mayoría de casi el 99% a favor del sí, logrando su independencia.
Lamentablemente la paz no duraría mucho, ya que tras el golpe de estado fallido perpetrado por el ex vicepresidente Riek Machar, comenzaron nuevas oleadas de violencia, bombardeos y masacres contra la población, dando inicio a una nueva guerra en Sudán del Sur desde el año 2013.
Debido a la inestabilidad política y las sucesivas guerras, todo ello sumado a una climatología adversa y extrema, que está marcada por épocas de sequía y por épocas de lluvias torrenciales, deja a un país empobrecido, presa del hambre y la violencia.
En el año 2017 la ONU declaró una hambruna en Sudán del Sur, Somalia, Nigeria y Yemen. Teniendo las mayores tasas de desnutrición en el mundo, que afecta mayoritariamente a los niños debido a la alta natalidad del país.
Un millón de niños se han desplazado dentro del país, se calcula que más del 65% aún no han cumplido los 18 años.
Existen varios centros de desplazados a lo largo del país, los cuales albergan a los ciudadanos que están huyendo de la guerra, del hambre y la violencia existente en el país. En estos lugares viven hacinados en albergues provisionales, con escasa higiene y conviviendo con varias enfermedades, entre ellas ya se diagnosticaron casos de Covid-19, lo que puede tener consecuencias catastróficas.
Tras largos años de conflictos, lo que ha llevado a varias guerras, ambas partes lograron un frágil acuerdo de paz en el año 2018, para poner fin a una guerra que ha provocado cerca de 400.000 muertos.
Nunca se ha logrado la paz definitiva, siguen ocurriendo episodios de violencia, lo que trae como consecuencia nuevos desplazamientos de miles de personas.
Los dos bandos no logran ponerse de acuerdo, Salva Kiir y Riek Machar, quienes debían repartirse el poder y formar un Gobierno. Tardaron un año y medio en hacerlo, hasta el pasado mes de marzo, en llevarlo a la práctica.
Un gran problema que enfrentan además, es la creación de un Ejército común, acuerdo sellado en el pacto de paz celebrado en el año 2018, que está lejos de concretarse y con ello el cumplimiento del acuerdo de paz.
Sudán del Sur no consigue el Ejército que selle la paz
Atem Simón Mabior
Yuba, 17 jul (EFE).- Tres meses después de la formación del Gobierno de Transición en Sudán del Sur, la creación de un Ejército que vista con el mismo uniforme a las fuerzas del presidente, Salva Kiir, y a las de la oposición armada del vicepresidente, Riek Machar, está lejos de completarse. Y con ello, el cumplimiento del acuerdo de paz.
No hay dinero. El nuevo Ejecutivo del país más joven del mundo debería pagar la cuenta del nuevo Ejército, pero la factura de 180 millones de dólares que costará formarlo está sin pagar, una demora que Kiir atribuye a la caída de los precios del crudo, que deberían aportar los fondos para la empresa.
Sin embargo, la oposición ve en el retraso razones políticas y la posición que sigue teniendo al frente de la mayoría dinka del país.
FALTA DE VOLUNTAD POLÍTICA
El portavoz de la oposición armada, Manawa Peter, cree que el Gobierno aún es “intransigente en la implementación de las gestiones de seguridad para presionar a la oposición que haga concesiones en los otros asuntos pendientes”.
En declaraciones a Efe, Peter acusó al Gobierno: “No quiere dar ningún paso serio para detener el terrible deterioro de los campamentos (de soldados), a pesar de que el Ministerio de Finanzas anunció que las sumas de dinero del presupuesto se pagarían de forma consecutiva y que el proceso no se vería afectado en absoluto”.
Aseveró que han pedido al Gobierno que dedique los ingresos de 10.000 barriles de petróleo para cumplir con el acuerdo, “pero aún no ha respondido”.
Peter ve como única salida la celebración de una cumbre presidencial urgente para tomar decisiones prácticas y salvar el deterioro de los campamentos militares.
CÓMO SE HACE UN EJÉRCITO
Tras cinco años de una guerra civil que comenzó en 2013, el acuerdo alcanzado en Adís Abeba en septiembre de 2018 prevé la creación de un Ejército en tres fases.
Según el pacto, el Ejército estará formado por 80.000 efectivos: 30.000 del Gobierno, 20.000 del grupo de Machar y 30.000 que saldrán de las demás facciones armadas opositoras.
En la primera fase se deben reunir las tropas y clasificarlas de acuerdo con los criterios establecidos por el Comité Defensa Conjunta, que integra a los lideres militares y de seguridad del Gobierno y de la oposición y que se encarga de establecer estrategias y métodos de entrenamiento.
La segunda es el entrenamiento militar sobre el terreno y la tercera, el establecimiento de una doctrina militar basada en el acuerdo de paz y la Constitución.
El número de oficiales y soldados debe calcularse según las divisiones militares del Ejército y en proporción con porcentaje de cada parte.
NO HAY RECURSOS
Durante la guerra que comenzó en 2013, apenas dos años después de la independencia del país de Sudán y que duró hasta la firma de la paz en 2018, el Gobierno financiaba el Ejército con la tesorería pública, mientras que los rebeldes dependían de botines, saqueos o impuestos que imponían a comerciantes y agricultores en sus zonas de influencia.
El Comité del Período de Pretransición, formado por el Gobierno y la oposición y que se encarga de supervisar la financiación, unificación y entrenamiento de las fuerzas conjuntas, fijó un total de 180 millones de dólares para la formación del ejército de unidad nacional.
Al Gobierno le correspondía pagar 40 millones de dólares en una primera fase. Aún así, un año después, solo ha adelantado 16 millones con los que el Comité reunió las fuerzas, construyó campamentos y dio uniformes a los soldados en 10 centros de entrenamiento.
Los fondos deben salir de los ingresos del petróleo, en un país que produce alrededor de 170.000 barriles diarios, pero que vio afectada su producción por la revolución el año pasado en Sudán, de donde proviene gran parte de la mano de obra y por donde el crudo llega hasta el mar.
A esto se unen los bajos precios del petróleo, por la caída de la producción económica mundial por la COVID-19, un argumento que esgrime el Gobierno para justificar la falta de fondos.
El ministro de Asuntos del Gabinete y secretario general del Comité del Periodo Pretransición, Martin Elia Lomoro, lamentó también las malas condiciones en los centros de entrenamiento a causa del retraso del pago.
“El proceso de formación de un ejército unificado está amenazado por la escasez de alimentos y medicamentos en los campamentos”.
UNA SITUACIÓN CRÍTICA
A pesar de que las tres fases debían cumplirse en 36 meses, hasta ahora no se ha pasado de la primera debido a la falta de financiación, necesaria para crear centros de entrenamiento, preparar carreteras y conseguir sistemas de provisión de agua.
El coronel Martin Abicha, representante de la oposición armada en el comité que vigila el alto el fuego, dijo a Efe que a falta de cubrir las necesidades básicas “desde febrero hasta ahora al menos cinco soldados han muerto en centros de entrenamiento”.
“Hay un aumento en los casos de infecciones y muertes en los campamentos del ejército. No hay medicamentos ni alimentos”, confirmó Abicha.
Por su parte, Rajab Muhandis, representante de los organismos de la sociedad civil en el Consejo de Defensa Conjunta, confirmó a Efe que “hay temores reales del colapso del acuerdo sobre seguridad por negligencia y falta de financiación”.
“Es grave cuando ves a varios soldados hambrientos abandonar el cuartel con sus armas”, dijo. EFE
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