La semana pasada el mundo volvió a escuchar sobre bombardeos en Siria. Hace tiempo que Siria no era noticia. Esta vez se trató de un aéreo perpetrado por las fuerzas de Estados Unidos en territorio del país árabe. ¿El objetivo? Presuntas milicias respaldadas por Irán que han actuado como combatientes en medio de la Guerra Civil Siria.
El último ataque en Siria
El ataque sería, según la Casa Blanca, una advertencia ante las agresiones que habrían sufrido soldados e instalaciones estadounidenses en Siria durante el mes de febrero y que Estados Unidos interpreta como acciones desestabilizadoras en Oriente Medio. Las críticas a esta acción de parte de distintas figuras del concierto internacional no tardaron en llegar. De hecho, los primeros dardos vinieron desde el mismo Estados Unidos, donde un liderazgo demócrata de la talla de Bernie Sanders junto a un grupo de congresistas -también del partido de gobierno- fueron de los primeros en condenar los ataques. Para estos sectores críticos, los recientes bombardeos serían muestra de que el gobierno de Biden no pretende marcar un punto de inflexión en la estrategia militar que Estados Unidos despliega a escala global. Por supuesto, el gobierno de Siria también rechazó enérgicamente los ataques desplegados en su territorio acusando violaciones a tratados internacionales por parte de Estados Unidos.
Es comprensible y natural que estas intervenciones militares de potencias mundiales generen impacto mediático porque nos recuerdan el drama humanitario que se vive en Siria desde hace ya una década. Drama que, sin embargo, luego de la desarticulación del Estado Islámico ha ido perdiendo cobertura internacional. Pero estos acontecimientos pueden ser una buena justificación para visibilizar la complejidad y sutilezas del conflicto sirio para así dar claves a la comprensión más acabada de un conflicto que, como veremos más adelante, está lejos de terminar.
Para esta tarea es necesario aproximar al lector a esa Siria subterránea de la que, por lo general, los medios masivos no suelen retratar. Por lo mismo, no es exagerado decir que fue el escenario de una verdadera guerra secreta para la opinión pública en general. En ese sentido, un buen método de aproximación inicial a dicho conflicto es elaborar un mapa de actores que nos permita analizar los principales bloques en conflicto y sus protagonistas. Es que una de las principales características de la guerra Siria es que se desarrolló como un conflicto multilateral. Los bandos beligerantes fueron múltiples y, consecuentemente, sus intereses y objetivos eran -y en parte siguen siendo- igual de diversos.
Cabe señalar que en adelante redactaremos gran parte del texto en tiempo presente, ya que en rigor, las fuerzas políticas en conflicto siguen existiendo en Siria.
Primero que todo es importante hacer un breve recuento general. La Guerra Civil Siria se desata el año 2011 en el marco de la oleada de las llamadas “Primaveras Árabes” que, recordemos, fueron una serie de revueltas sociales antigubernamentales que tuvieron lugar en varios países de Oriente Medio. En el caso de Siria, estas protestas se llevan a cabo inicialmente contra el gobierno de Bashar al-Ásad que intenta sofocar con las Fuerzas Armadas las protestas de la denominada “Oposición Siria”. Y la respuesta de los sectores de oposición fue una insurrección que se transformó en guerra civil.
Aquí entramos en territorio delicado, porque al poco tiempo de iniciada la insurrección, las expresiones políticas, en particular las de la oposición, complejizarían sus componentes con el ingreso de nuevos actores al conflicto. A todo lo anterior, además, hay que sumar a las potencias mundiales y regionales que se plegaron estratégicamente a esta guerra apoyando a algunas de las coaliciones locales como veremos a continuación.
De todos modos, podemos clasificar las fuerzas beligerantes a grosso modo en cuatro grandes bloques. Estos son:
- El gobierno de la República Árabe de Siria y sus Fuerzas Armadas encabezados por el Presidente Bashar al-Ásad que pertenece al Partido Baath Árabe Socialista y preside el Frente Nacional Progresista. A nivel regional cuentan con apoyo de fuerzas árabes chiíes, grupos árabes nacionalistas y de izquierdas socialistas. En el plano internacional tienen el respaldo de Rusia e Irán. Su objetivo es, lógicamente, no perder el poder en el gobierno. Un dato interesante: Las buenas relaciones entre los Ásad y Rusia datan desde la época de la Unión Soviética.
Y luego tenemos los distintos grupos de oposición:
- La Oposición Siria propiamente tal, es decir la oposición entendida como el sector en el que convergen las fuerzas del denominado Consejo Nacional Sirio junto con parte del Ejército Libre Sirio -escisión disidente de las fuerzas armadas de la República Árabe de Siria. Esta coalición cuenta con el apoyo militar de Turquía e Israel. Su objetivo básico es derrocar al gobierno de Bashar al-Ásad.
- Las fuerzas kurdas, etnia y nación sin Estado, con presencia histórica en territorios sirios y turcos son encabezadas por las milicias del YPG o, en español, Unidades de Protección Popular, y las YPJ o Unidades Femeninas de Protección, que llamaron la atención de todo el mundo al ser fuerzas militares de contingente exclusivamente femenino. Este bloque es parte fundamental de las Fuerzas Democráticas Sirias. Solidarizan con ellos diversos grupos internacionalistas provenientes de izquierdas radicales de países occidentales; sobre todo grupos anarquistas con los que tendrían afinidad programática. Pero además recibieron un fundamental apoyo militar de parte de Estados Unidos. Han sido actores clave en la lucha contra los grupos fundamentalistas islámicos. Su objetivo es administrar de forma autónoma sectores del Norte y el Este de Siria que la nación kurda reclama como sus territorios históricos. Por ello se enfrentan al gobierno Sirio, pero también al Estado Islámico que incursionó en sus posiciones para imponer un califato que se aleja totalmente del proyecto económico y social de los kurdos.
- El Estado Islámico de Irak y el Levante conocido como Daésh en árabe, fue un grupo fundamentalista yihadista sunita. Actualmente se supone desarticulado. Se trató de una colectividad paramilitar y terrorista escindida de Al-Qaeda y que se hizo tristemente célebre por sus crímenes de guerra -viralizados a través de Internet a modo de propaganda-, así como por sus atentados terroristas en varios países occidentales del Norte global a los que considera sus enemigos. Dentro de la Guerra Civil Siria, el Estado Islámico actuó como enemigo de todos los bloques mencionados recientemente. Su intención no era solo derrocar a un gobierno determinado, sino que tenían un plan mucho más ambicioso: formar un califato (imperio) que tuviera bajo su administración a todo el mundo musulmán.
Este esquema básico nos permite aclarar que el ataque perpetrado por EE.UU. como advertencia a Irán el pasado 25 de febrero fue un ataque perpetrado por un país que no es ajeno a este conflicto, sino que en su momento tomó posición junto con las Fuerzas Democráticas Sirias. Sin embargo, un detalle importante, el ataque supuestamente preventivo es contra uno de los apoyos al gobierno de Bashar al-Ásad: Irán.
Es un hecho conocido que Estados Unidos tiene serios conflictos con Irán por incumplimientos de parte de este frente a sanciones que el país norteamericano le impuso sobre su programa nuclear. Entonces, el reciente ataque que nos recuerda que la Guerra Civil Siria, aunque parece un conflicto en proceso de cierre, aún puede ser escenario de acciones militares de parte de antiguas fuerzas en conflicto.
Esto nos invita a preguntarnos. ¿Qué sucede en Siria a 10 años del inicio de la guerra?
Aunque hay un grado de pacificación general, las tensiones continúan y no solo de parte de antiguos beligerantes. Geir O. Pedersen, enviado especial de la ONU para Siria, relataba la situación del país árabe al Consejo de Seguridad del organismo internacional describiendo un país en ruinas y un contexto de crisis humanitaria con 8 de cada 10 personas viven en la pobreza. Esta situación se ha visto agudizada por “los efectos indirectos de la crisis del Líbano, factores internos como las batallas económicas, la corrupción, la mala gestión” -señaló. Producto de ese escenario, Pedersen afirmaba que teme que los poderes provisorios “sean cada vez más incapaces de proporcionar servicios básicos y ayudas para la adquisición de productos básicos”. Y agregó concluyendo que “el proceso político no ha producido todavía cambios reales en las vidas de los sirios, ni ha logrado una verdadera visión de futuro, ni se han tomado medidas para generar confianza en la población”.
Por lo anterior, Pedersen teme que la aparente calma que se presencia en el país no sea más que una calma aparente. Esto es realmente inquietante si atendemos a que dos de las fuerzas beligerantes en territorio sirio, protagonistas de la guerra secreta, respondían a intereses que, ideológicamente, rebasaban el mero disenso político y que de una forma u otra siguen en actividad. Porque, no olvidemos, los kurdos articulan su oposición al gobierno en función de elementos étnicos y soberanistas y, el Estado Islámico, lo hacía desde sus posturas de fundamentalismo religioso e intenciones de expansión imperialista.
El caso del Estado Islámico en particular es el más preocupante porque, al contrario que los kurdos, no se trata de grupos de autodefensa popular en busca de su autodeterminación, sino que se trata de un grupo terrorista sumamente preparado que, aunque se asume desarticulado, debemos considerar que siempre operó como un grupo descentralizado, con elementos y células en distintos países de Oriente Medio y Occidente. Es decir, puede estar replegado. Y si consideramos que individuos altamente entrenados pueden haber retornado a sus países de origen, es importante tener presente que la calma de la pacificación Siria puede ser aparente tanto en dicho país como a nivel global. Sobre todo en los países que ya han sido objetivos del terrorismo yihadista.
En ese sentido, el llamado de Pedersen a activar “una diplomacia internacional más seria y cooperativa” en favor de Siria debe ser escuchado con atención, ya que si alguna lección deja la derrota del Estado Islámico es precisamente esa, la importancia de sumar fuerzas contra la barbarie.
Fuentes utilizadas en este artículo:
https://www.elmundo.es/internacional/2021/02/27/603a0d25fc6c83203f8b4585.html
https://scielo.conicyt.cl/pdf/rei/v50n189/0719-3769-rei-50-189-00037.pdf
https://www.elmundo.es/elmundo/2013/10/26/internacional/1382820411.html
https://www.voziberica.com/el-estado-islamico-la-guerra-secreta-en-siria-ii-parte/
https://news.un.org/es/story/2021/01/1486852
Acerca del Autor de este Artículo
ANDRÉS FONSECA LÓPEZ
Profesional en Ciencias Sociales, Económicas y Gestión de Proyectos. Licenciado en Filosofía, estudios de Máster en Psicología y posgrados en Trabajo Social, Innovación y Emprendimiento. Especializado en Estudios del Desarrollo, Economía Política, Cooperación al Desarrollo y Derechos Humanos.
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