Soldados españoles en La Florida
Nuestro país dominó durante tres siglos amplios territorios norteamericanos desde el Atlántico hasta el Pacífico. España dominó vastísimos territorios de lo que hoy son los Estados Unidos de América durante más de tres siglos. Desde que Ponce de León puso sus pies en la península de Florida en 1513 hasta que en 1821 se arrió la última bandera rojigualda, fueron 308 años de dominio hispano que se extendió desde el Atlántico hasta el Pacífico. Hay incluso quien sitúa el inicio de esa historia unos años antes, en 1508, con la llegada a la isla de Puerto Rico, hoy considerado suelo estadounidense.
La presencia española se extendió por la mitad de lo que ahora es Estados Unidos e incluyó una amplia franja en el sur norteamericano, en los actuales estados de Texas, Luisiana, Arizona o Nuevo México, pero también mucho más al norte, hasta la propia Alaska. Sin embargo, la posterior hegemonía anglosajona, primero en las colonias británicas de la costa este y luego en los Estados Unidos nacidos tras la Guerra de la Independencia (1775-1783), eclipsó esa importante parte de la historia norteamericana. Tampoco los españoles, más volcados en su legado en Iberoamérica, han prestado mucha atención a su pasado al norte de México y hoy son desconocidos para muchos de ellos grandes figuras de aquellos siglos como Pedro Menéndez de Avilés o Bernardo de Gálvez. En los últimos años, sin embargo, distintas publicaciones y acciones divulgativas a ambas orillas del Atlántico, están reivindicando esa parte de la historia.
La Corona española diseñó a los “Estados Unidos”
Una exitosa muestra reivindica el legado de nuestro país en la construcción de la que hoy es la mayor superpotencia mundial, determinante en su urbanismo y sus tradiciones, especialmente en el Sur. Y es que, en buena medida, Estados Unidos ha sido diseñado por España. En el momento en el que la primera potencia mundial alcanza la independencia, en 1783, tres cuartas parte de lo que hoy es su territorio (excluida Alaska) están bajo soberanía española, “es soberanía más conceptual que real“. Y es que gran parte del territorio que formaba parte de España no estaba más que poblado por indígenas, a los que las leyes españolas consideraban súbditos, que era el equivalente entonces de ciudadanos hoy (algo que no les otorgaban ni Gran Bretaña, ni Francia, ni los propios Estados Unidos, que no consideraron a los indígenas ciudadanos hasta 1924).
Celebración de Acción de Gracias por los españoles tras la fundación de San Agustín de la Florida en 1565
España nunca tuvo un gran interés en lo que hoy es Estados Unidos, en buena medida porque no había ni oro ni plata. La colonización más efectiva de la región sólo se llevó a cabo en el siglo XVIII en lo que hoy es California, y fue en parte para frenar el avance de Rusia, que iba bajando desde Alaska en dirección a México y sus minas de plata. Pero, aun a pesar de ese escaso interés, la presencia española en Estados Unidos llega muy lejos. La frontera entre Estados Unidos y Canadá está marcada por el Archipiélago de San Juan, que recibió ese nombre de manos del explorador gaditano Francisco de Eliza en 1791. España tuvo fuertes en Carolina del Norte, y exploró la Bahía de Chesapeake, junto a las ciudades de Washington y Filadelfia. La primera ciudad establecida en América del Norte fue San Agustín, en 1565, por el asturiano Pedro Menéndez de Avilés. Y el primer fuerte al Oeste del Mississippi se llamaba Fuerte Isla por su fundador, el trampero canario Manuel Isla.
Y allí, en Fuerte Isla, murió la segunda india más famosa de Estados Unidos, Sacagawea, que había viajado durante miles de kilómetros con Meriwether Lewis y William Clark. El viaje de Lewis y Clark a través de lo que hoy es el Oeste de Estados Unidos es uno de los pilares fundacionales de la mitología nacional de ese país, y Sacagawea está enterrada en la Reserva India de Cheyenne River junto a Toro Sentado, en Dakota del Sur. Pero nadie recuerda que el primer fuerte de la Historia fue el de Manuel Isla en Nebraska. España fue el primer país europeo en establecerse en el territorio de los Estados Unidos y ha sido el que más tiempo se ha mantenido allí. Esta influencia se hace presente en campos muy diversos: desde la exploración y puesta en el mapa de su territorio, hasta la fundación de ciudades. Una larga etapa de dominio español (1565-1821) ha dejado tras de sí influencias decisivas en la estructura del territorio y la conformación de su paisaje.
El legado de España en Norteamérica
Entre los siglos XVI y XIX –esto es, durante más de 300 años– la corona española gobernaba en casi todo el continente americano. Y pese a lo prolongado de ese dominio, la presencia española en los actuales Estados Unidos y Canadá ha caído en un extraño –no por ello menos lamentable- olvido. Un olvido especialmente notable entre los propios españoles, que desconocen la inmensa huella de nuestros antepasados en aquellas tierras. Y es que, en su momento de máxima expansión, entre finales del s. XVIII y comienzos del s. XIX, los territorios españoles comprendían más de la mitad del actual Estados Unidos. Los actuales estados norteamericanos de California, Nevada, Colorado, Utah, Nuevo México, Arizona, Texas, Oregón, Washington, Idaho, Montana, Wyoming, Kansas, Oklahoma, Luisiana, Florida, Alabama, Misisipi y Alaska eran posesiones españolas que formaban parte del Virreinato de Nueva España. Lo mismo ocurría con la parte suroeste de Columbia Británica, dentro del actual Canadá. En Alaska, la ocupación se limitaría a algunas factorías comerciales que, posteriormente, serían abandonadas.
Están escritos en español los primeros informes que se conocen sobre la geografía, los aborígenes de Estados Unidos y sus respectivas lenguas. La primera partida de nacimiento registrada en el país fue la de un español. Manos españolas fundaron la primera ciudad: San Agustín en Florida, en 1565. Es verdad que España no llegó a tener nunca en América del Norte la influencia dominante que tuvo en el Caribe, América Central y América del Sur, pero la huella dejada por los españoles sobre las tierras de América del Norte no ha sido menos profunda. España colonizó América del Norte desde sus puertos ubicados en el Caribe, sus barcos cruzaron el Estrecho de la Florida para llegar al subcontinente norteamericano.
Durante más de tres siglos, los españoles fundaron ciudades, misiones y fuertes, fortificaciones desde Texas hasta la mismísima Alaska, donde podemos encontrar topónimos españoles, como Valdéz o Córdova. Dimos nombres españoles a islas y territorios más al norte de USA (Washington) canadienses, de islas de San Juan, López, Fidalgo, López y Cortés en Washington; Victoria e isla Galiano en Canadá; y Valdéz y Córdova en Alaska. Estos nombres hacen honor a gestas de otra época. Llegamos hasta los confines de la actual Rusia, donde el Imperio Español fijó frontera con Rusia.
El primer occidental que pisó el territorio de los Estados Unidos y permaneció en él fue Ponce de León, a partir del 2 de abril de 1513. El primer libro redactado dentro de los confines del país se debió al hermano Báez, jesuita de las misiones de Georgia en 1569, y España también llevó a Norteamérica la primera representación teatral. Más aún, el primer “Thanksgiving Day” de Norteamérica lo celebró Pedro Menéndez de Avilés tras fundar San Agustín de la Florida el 8 de septiembre de 1565, mediante una misa y una comida de hermandad celebrada entre españoles y nativos Saturiwa, 56 años antes que los peregrinos de Playmouth Rock. Y también el segundo, en este caso el 30 de abril de 1598, cuando 600 colonos españoles, encabezados por Juan de Oñate, atravesaron el río Grande en El Paso -Texas-, y celebraron junto con los indios Mansos el final de una larga travesía a través del desierto de Chihuahua. Su ceremonia de Acción de Gracias todavía se conoce como el Día de Gracias Tejano y ha sido reconocido en resoluciones de la legislatura estatal.
El que los españoles fueran los primeros europeos que exploraban América del Norte marcó en buena medida el futuro de Estados Unidos. Como explica la exposición, la primera imagen de ese país fue la que los españoles tuvieron de él y transmitieron a Europa. De ahí se pasó al concepto del territorio y, finalmente, a las ciudades. La grilla española, que es el diseño urbanístico de retícula típico de los cascos urbanos de muchas ciudades de América Latina, está también presente en asentamientos españoles en Estados Unidos tan diversos como San Agustín (en Florida), Tucson (en Arizona), y El Paso (en Texas), cuyos barrios tradicionales recuerdan, y mucho, Andalucía o Castilla-La Mancha.
A muchos estadounidenses les dejaría boquiabiertos descubrir que el diseño geométrico de sus cascos urbanos no es anglosajón, sino español. La muestra toca todos esos aspectos de manera interactiva, de modo que uno puede, con solo apretar un botón, descubrir cuántas “Pamplonas” o “Madrid” hay en Estados Unidos (de hecho, uno de los mayores terremotos de la Historia de Estados Unidos tuvo lugar en lo que hoy es New Madrid, en Missouri, en 1811.
Augusto Ferrer-Dalmau. Descubrimiento del Gran Cañón del Colorado
El Gran Cañón del Colorado lo descubrió en 1540 el español García López de Cárdenas y Figueroa, lugarteniente de la expedición de Vázquez de Coronado. Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue uno de los cuatro supervivientes de la expedición de 600 hombres y cinco barcos que Pánfilo de Narváez lideró en 1527. Aquella expedición, en la que Cabeza de Vaca fue alguacil mayor y tesorero, lo convirtió no sólo en náufrago, también en rehén de varias tribus indígenas. Comenzó ahí el calvario de su extravío, sobreviviendo por pantanos y desiertos durante nueve años, caminando más de 8.000 kilómetros a pie por Florida, Texas, Nuevo México, Arizona y California. En 1536 los cuatro fueron hallados por españoles y llevados a Ciudad de México, donde todos se maravillaron de su hazaña. Trasladado a España, el emperador Carlos lo nombró capitán general y gobernador del Río de la Plata y del Paraguay. Fue el primer europeo en llegar a las cataratas del Iguazú y que explorara el curso del río Paraguay.
Los Caminos Reales de España en América del Norte
Durante muchos años el legado español se extendió a USA mediante los llamados Caminos Reales. Recientemente estos caminos han sido reconocidos como patrimonio de la Historia Norteamericana y ya forman parte del “National Park Service” de USA. Cada tres años se organizaban las “Conductas”, largas caravanas de carretas tiradas por bueyes. Las caravanas iban escoltadas por los Dragones de Cuera y su objetivo era transportar las familias de colonos españoles junto con frailes, plantas, semillas, cabezas de ganado, papel, tinta, etc. La red de Caminos Reales permitió unir ciudades, asentamientos, fuertes y misiones y posteriormente también favoreció el establecimiento de nuevas comunidades. Los más importantes fueron, el Camino Real de Tierra Adentro y el Camino Real de las Tejas.
El Camino Real era la vía de comunicación terrestre que unía las misiones de la Baja California y la Alta California, fundadas entre 1683 y 1834. Originalmente fue un camino de herradura, pero ha sido modificado y mejorado con los años. En la actualidad forma parte de la red de carreteras de México y los Estados Unidos.
El Camino Real, a veces asociado con la Calle Real (dentro del estado de California), generalmente se refiere a la histórica carretera de 965 kilómetros que conecta los 21 Misiones españoles en California (antes Alta California), junto con una serie de sub-misiones, cuatro presidios, y tres pueblos, que se extiende en su extremo sur de la Misión de San Diego, todo el camino hasta el norte de la pista Terminus en la misión San Francisco Solano en Sonoma, apenas sobre la bahía de San Francisco.
El significado del término «Camino Real» ha cambiado con el tiempo. En la época colonial española anterior, cualquier camino bajo la jurisdicción directa de la corona española y sus virreyes era considerado como un camino real. Ejemplos de tales caminos corrían entre los principales asentamientos en toda España y sus colonias como la Nueva España. La mayoría de los caminos reales tenían nombres aparte del camino real adjunto. Una vez que México ganó su independencia de España, ningún camino en México, incluyendo California, era un camino real.
El nombre fue utilizado raramente después de eso y fue restablecido solamente en el período americano en relación con el boosterism asociado con el movimiento del resurgimiento de la misión del comienzo del siglo XX. La ruta original comenzó realmente en Baja California Sur, México, en el sitio de la Misión de Nuestra Señora de Loreto Conchó, hoy día Loreto, (la primera misión establecida exitosamente en Las Californias). Hoy en día, muchas calles de California que siguen o corren paralelas a esta histórica ruta aún llevan el nombre de «El Camino Real». Parte de la ruta original también ha sido continuamente actualizada hasta que ahora es parte del sistema de autopistas modernas de California. La ruta original es trazada aproximadamente por una serie de marcadores conmemorativos de la campana.
Camino Real de Tierra Adentro
Este fue el más importante de todos los Caminos Reales. Otros nombres que recibía eran “Camino de Santa Fe” y “Camino de la Plata”. Este camino, duraba 6 meses, unía la ciudad de Méjico, en Nueva España (México) con Santa Fe en Nuevo Méjico (USA). Sus 2560 kilómetros de recorrido atravesaban las ciudades norteamericanas de Nuevo Méjico de San Juan, Santa Fe Albuquerque, El Paso; y las de México de, Juárez, Chiguagua, Durango, Zacatecas, Aguascalientes y Ciudad de México. El Camino Real de los Tejas, como su nombre indica, fue el camino de penetración de los españoles en Texas. Fue el primer camino establecido por España en lo que ahora es el territorio de Tejas hace ya más de 300 años.
El Camino Real de los Tejas unía las misiones y los fuertes españoles desde Los Adaes, primera capital de la Texas Española (actual Luisiana) hasta Monclova (México). Era una derivación del camino Real de Tierra Adentro hacia Tejas; y tenía dos ramales llamados Camino de Arriba y Camino de Abajo. Tiene un recorrido en USA de unos 4.000 km y pasa por ciudades como San Agustín, Austin, El Álamo, San Antonio, Laredo y Guerrero (Méjico) y terminaba en Ciudad de México.
Durante el período colonial español, fue la principal ruta terrestre desde Rio Grande a La Luisiana. El recorrido sigue caminos y veredas inicialmente marcadas por los animales y después por los indios americanos durante sus cacerías. El Camino Real de los Tejas constituyó un proyecto del imperio español en el Nuevo Mundo para frenar el expansionismo de Francia. En 2004, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó una ley para designar al Camino Real de los Tejas, como un “camino histórico nacional”.
Acerca del autor
David de Caixal: Historiador Militar. Director del Área de Seguridad y Defensa de INISEG. Director del Máster de Historia Militar de INISEG / Universidad Pegaso. Miembro del Grupo de Investigación del CIIA (Centro Internacional de Investigación Avanzada INISEG-Universidad Pegaso. Membership in support of the AUSA (Association of the United States Army) Miembro asesor de la Sección de Derecho Militar y Seguridad del ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid).
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