Hay quienes ven una esperanza en la declaración de estos grupos guerrilleros, ya que podría perfilar una posibilidad real de combatir a la dictadura con una asimetría de fuerzas menor. Por ejemplo, el gobierno civil en la clandestinidad, el autodenominado Comité para la Representación de la Unión Parlamentaria, agradeció este apoyo de las guerrillas étnicas y, en vista de la pasividad de la comunidad internacional, se platea seriamente la posibilidad de conformar un Ejército federal de resistentes.
Golpe y dictadura en Myanmar
El 1 de febrero de este año, Myanmar, república que también conocemos con el nombre de Birmania, fue víctima de un atentado a la democracia. Reeditando su accionar infame frente a las decisiones soberanas de la ciudadanía, el Ejército, bajo el mando de una Junta Militar liderada por el general Min Aung Hlaing, llevó a cabo un nuevo golpe de Estado.
¿El motivo? En noviembre se celebraron elecciones parlamentarias en las que competía la Liga Nacional para la Democracia, partido que ha impulsado el retorno a la democracia en el país, contra el Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo, ligado al ejército de larga tradición dictatorial. El partido de los militares perdió de forma contundente. Entonces, disgustados con el resultado electoral, las fuerzas armadas decidieron hacerse del poder de manera ilegítima.
Win Myint, hasta ese momento presidente, fue detenido. Misma suerte corrió Aung San Suu Kyi, líder histórica de la Liga Nacional para la Democracia y Premio Nobel de la Paz. La ola represiva, como era de esperar, también se extendió a cientos de funcionarios de Estado, pero además golpeó a activistas, artistas y escritores.
Decimos que estos hechos reeditan el accionar de los militares birmanos porque entre 1988 y 2010, una Junta Militar bajo el nombre de Consejo de la Restauración de la Ley y el Orden del Estado, administró el país con la clásica fórmula de un gobierno autoritario. Bajo ese régimen, en 1990, los militares se negaron a reconocer el resultado eleccionario que daba un democrático triunfo a la misma Aung San Suu Kyi, nuevamente perseguida.
Desobediencia y resistencia civil
La sociedad civil de Myanmar, sin embargo, en esta ocasión, está lejos de mantener una posición pasiva frente a esta insubordinación del ejército. La ciudadanía, en particular los jóvenes, que se organizan y convocan a través de redes sociales, han salido a las calles a manifestarse de manera pacífica, pero enérgica, contra la Junta Militar. La respuesta de las fuerzas de seguridad a estas manifestaciones ha sido desproporcionadamente violenta y han convertido a Myanmar en un teatro de guerra contra su propia población.
Cifras de comienzos de abril contabilizaban más de 600 manifestantes asesinados por la represión dictatorial. Pero las cifras son probablemente más altas porque aumentan en cada nueva jornada de protestas. Solo hace un par de fin de semanas atrás, se registraron 82 personas asesinadas a manos de militares en la localidad de Bago. Es por esta escalada de violencia que organismos internacionales ponen sus ojos en Myanmar y temen que el conflicto se convierta en una suerte de revolución o guerra civil.
Pocos días atrás, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, condenó las masacres contra civiles desarmados y señaló que la situación podría terminar en una guerra civil como la que ha dejado en ruinas a Siria. Así mismo, distintos gobiernos, entre ellos el de España, han hecho llamados en los que piden a sus ciudadanos que, en vistas de este escenario crítico, abandonen Myanmar lo antes posible. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), por su parte, incita a los países fronterizos a acoger a los ciudadanos birmanos que ya comienzan a evacuar el país en calidad de desplazados.
Guerrillas étnicas
Myanmar es un país multiétnico, aunque aglutinado por una religión común: el budismo. La excepción es la etnia rohingya, de religión musulmana y que, desde antes del golpe de Estado, solía instalar a Myanmar en el escenario internacional por la persecución que se ejerce hacia ellos, incluso, por parte de los recientes gobiernos democráticos. Uno de los impulsores de esta persecución ha sido precisamente el general de Ejército y actual dictador Min Aung Hlaing que, en 2017, emprendió una campaña -con características de limpieza étnica- contra los rohingya.
Lo anterior ilustra las tensiones existentes entre grupos étnicos y el Estado de Myanmar y más específicamente con la figura de Min Aung Hlaing. Dichas tensiones se han montado sobre el difícil clima ya existente en medio del golpe de Estado y la brutal represión política de la dictadura. Nos referimos, más específicamente, a la disruptiva aparición de las guerrillas étnicas que, aunque son de larga data en el país asiático, en este momento han aparecido como un actor desequilibrante en medio del conflicto.
La última semana de marzo doce grupos guerrilleros, entre ellos las tres guerrillas étnicas más importantes en Myanmar que son el Ejército de Arakan (AA), el Ejército de Liberación Nacional Taang y el Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar, emitieron un comunicado en conjunto en el que advierten a la Junta Militar que de no detener las agresiones y crimines contra la población, se sumarán a los manifestantes.
Pese al impacto, preocupación y expectativas que la declaración de grupos guerrilleros ha generado a nivel nacional e internacional, estas advertencias parecen no tener eco en la Junta Militar que incluso bombardea zonas controladas por guerrillas. Es la situación de los territorios del sureste del país que se encuentran bajo el control de la guerrilla Unión Nacional Karen. Bajo el asedio de las fuerzas armadas, miles de pobladores rurales han quedado envueltos en una grave crisis humanitaria que ya salda miles de desplazados en dirección a Tailandia.
Sin embargo, hay quienes ven una esperanza en la declaración de estos grupos guerrilleros, ya que podría perfilar una posibilidad real de combatir a la dictadura con una asimetría de fuerzas menor. Por ejemplo, el gobierno civil en la clandestinidad, el autodenominado Comité para la Representación de la Unión Parlamentaria, agradeció este apoyo de las guerrillas étnicas y, en vistas de la pasividad de la comunidad internacional, se platea seriamente la posibilidad de conformar un Ejército federal de resistentes.
El mismo Comité ha solicitado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que active el Principio de la Responsabilidad de Proteger, compromiso político asumido por los Estados miembros de las Naciones Unidas y que obliga a las partes a proteger “a las poblaciones frente al genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad”. Pero surge la decepción porque, al menos hasta el momento, la comunidad internacional vacila ante la posibilidad de intervenir en Myanmar y, socios estratégicos del país como es el caso de China, no cortan relaciones con la Junta Militar.
Fuentes utilizadas en este artículo:
https://www.larazon.es/internacional/20210201/xcbiziaeyrejtcfirq2w52fu5u.html
https://www.un.org/es/chronicle/article/la-responsabilidad-de-proteger
Acerca del Autor de este Artículo
ANDRÉS FONSECA LÓPEZ
Profesional en Ciencias Sociales, Económicas y Gestión de Proyectos. Licenciado en Filosofía, estudios de Máster en Psicología y posgrados en Trabajo Social, Innovación y Emprendimiento. Especializado en Estudios del Desarrollo, Economía Política, Cooperación al Desarrollo y Derechos Humanos.
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