Pocos saben qué hacen y cómo trabajan las agencias de detectives. Sólo sabemos algo de ellas cuando sale a la luz un escándalo de compraventa de información, o una corruptela política, que las lleva a las portadas de los periódicos. Tras el polémico caso de Método 3, ha llegado la tercera fase de la Operación Pitiusa, que ha acabado con la detención de una treintena de personas entre detectives, directivos de empresas, guardias civiles y policías. Pero, ¿sabemos distinguir a un espía de un detective?
Entre los detectives privados no han sentado nada bien las últimas detenciones. Según ha explicado a El Confidencial José María Alonso, director operativo de la agencia Zenit Detectives, “el colectivo está indignado porque todas las informaciones que se ofrecen son muy sensacionalistas, y la gente se lleva una imagen equivocada de nuestro trabajo”. En su opinión la gran mayoría de detectives cumple la ley de forma escrupulosa, no sólo por convicción, sino también porque están muy controlados: “Los detectives tienen un control muy rígido reglado por la ley de Seguridad Privada. Estamos controlados por el ministerio y nos inspeccionan con regularidad”.
Alonso reconoce que entre los detectives, como en todas las profesiones, “hay alguna oveja negra” y puede haber personas que se hayan extralimitado en sus funciones, pero cree que las últimas operaciones en las que están involucrados son una cortina de humo: “De la primera fase de Pitusa no se sabe nada. Están todos en libertad porque los cargos no se sostienen. Se pretende vender que somos un colectivo siniestro y corrupto que se vende al mejor postor. Y eso es falso”.
Un servicio necesario, pero mal regulado
Lo cierto es que, aunque ahora parezcan acumularse, los casos de compraventa de información y espionaje ilegal no son ninguna novedad. El periodista Fernando Rueda, uno de los mayores especialistas en cuestiones de espionaje en España, tiene claro que este tipo de casos han existido siempre y seguirán existiendo si no cambia la ley de Seguridad Privada, que regula la actividad del sector. La memoria es frágil, pero Rueda recuerda la polémica que se montó en torno a las escuchas ilegales descubiertas en 1993 en el diario La Vanguardia que, asegura, eran exactamente iguales que las de Método 3 o las que persigue la operación Pitusa.
En opinión de Rueda, los detectives privados tienen un grave problema desde que existen, y es que no disponen de los medios necesarios para hacer su trabajo: “Los detectives necesitan una información a la que la ley no les deja llegar. Mientras no puedan entrar en bases de datos de criminales y no tengan acceso a determinadas informaciones bancarias, seguirán actuando de forma ilegal. Es algo común, por mucho que digan, pero es que no pueden hacer su trabajo sin determinada información cualificada y de calidad, y para conseguirla se buscan la vida y la consiguen a través de quien haga falta”.
El Gobierno ha presentado el borrador de una nueva ley de Seguridad Privada –la anterior data de 1992– que hará que se controle más la actividad de los detectives privados, algo que ha levantado ampollas en el sector. La intención de Interior es establecer un mayor control de las investigaciones, y los detectives tendrán que dar cuenta al ministerio de los encargos que reciben, los medios que emplean y los resultados obtenidos. Y no parece que vayan a contar con facilidades para obtener más información.
El periodista cree que sería positivo que los cuerpos de seguridad facilitaran datos a los detectives de forma oficial y controlada, pero la realidad es que no se fían, ni creen en ellos, aunque su papel sea decisivo: “Muchos de los grandes casos de corrupción de los últimos tiempos han sido desvelados por detectives privados, aunque no se sepa. En una época de crisis como esta, en el que los cuerpos de seguridad cada vez tienen menos medios, sería fenomenal que los detectives colaboraran mucho más”.
La cultura de la corrupción
Aunque Rueda insiste en el carácter ilegal de muchas de las actuaciones de los detectives, estos se defienden. Alonso insiste en que los detectives tienen unas funciones muy marcadas, y se respetan escrupulosamente: “Se nos permite investigar una serie de hechos, pero si tenemos constancia de delito tenemos que ponerlo en conocimiento de la policía, que actúa de oficio. Y ahí termina nuestra función”.
¿Si al final todo tiene que pasar por la policía, entonces para qué sirven los detectives? El director de la agencia Zenit explica que su función reside, en resumidas cuentas, en acelerar la actuación de la justicia. “Si una empresa tiene indicios de un robo, pero no las pruebas suficientes para que la policía puede hacer algo”, explica Alonso a modo de ejemplo, “puede recurrir a nosotros”.
La crisis ha hecho que aumenten todo tipo de fraudes, sabotajes y fugas de información en el entorno empresarial, que son el tipo de casos que más investiga la agencia de Alonso. Al detective no le cabe duda de que la cultura de la corrupción es la misma en la empresa privada que en la política: “Nosotros por normativa interna, y por directrices de nuestra directora general, nunca hacemos temas políticos, porque te lleva a situaciones escabrosas, a cosas como las que le han ocurrido a compañeros. Lo que sí hacemos es muchas investigaciones empresariales y damos fe de que la corrupción existe y el dinero corrompe. Un sistema capitalista tiene muchas virtudes, pero también muchos defectos, y algunos de ellos son la codicia y la corrupción”.
El último recurso
Los servicios de los detectives pueden solucionar numerosos problemas de las empresas, en muchos casos, hechos delictivos que la justicia ordinaria no puede abarcar. Eso sí, Alonso reconoce que no todo el mundo se lo puede permitir: “La compañía tiene que tener paciencia, y dinero, porque son investigaciones caras, y por otro lado implica que la actividad delictiva sigue su curso. En casos de robos, nos contratan a partir de pérdidas de 400.000 euros, si no no tiene sentido”. Sólo una agencia de detectives tiene los medios, y el tiempo, para montar un operativo de película, infiltrando a detectives en el organigrama de la empresa, con el conocimiento de la dirección, para investigar desde dentro a las personas sospechosas de estar robando a la empresa.
Con la crisis, explica Alonso, están creciendo mucho los casos de fugas de información, que son más habituales de lo que creemos: “A lo largo de mi experiencia profesional han pasado por mis manos muchos expedientes en los que hay socios o consejeros de una determinada compañía que crean una empresa paralela y se pasan clientes de una empresa a la otra. Hace unos meses nos contrataron para seguir la actividad de un consejero de una empresa, que estaba de baja. Estaba aprovechando la situación para acudir a Costa Rica a reunirse con unos clientes de la compañía a la cual representaba, pero a la vez había creado una empresa paralela en la que ponía como socia unitaria a su señora y desviaba todos los clientes a esa empresa. Esto es típico y se hace mucho”. Y si quieres evitarlo, parece que sirve de poco llamar a la policía. Los detectives seguirán teniendo el negocio asegurado.