Tempranamente, en el año 2004, los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), en un acto adelantado para la época, aprobaron un marco regional coordinado denominado “Estrategia Interamericana Integral para Combatir las Amenazas a la Seguridad Cibernética”. Con estos lineamientos se generaba una pionera instancia de cooperación internacional que, hasta el día de hoy, promueve el intercambio de información, la protección de infraestructura tecnológica y la capacidad de respuesta y resiliencia de los Estados firmantes”.
Actualidad e importancia de la ciberseguridad
Es un hecho evidente para todos. La vida cotidiana se digitaliza en cada uno de sus áreas de actividad: la comunicación con familiares y amigos, el entretenimiento, el trabajo, el consumo, etc. Hoy, para gran parte de la humanidad, muchas horas del día transcurren en entornos digitales. Esta transformación a la que se ha solido llamar revolución digital, parece llegar a su clímax con la pandemia del Covid-19 que, por obligación sanitaria, nos ha exigido abrazar la tecnología, a todo nivel, sí o sí.
Pero esta nueva normalidad en la que lo digital toma un inédito protagonismo, aunque supone una serie de nuevas oportunidades y enriquecedoras experiencias, no está exenta de riesgos. Nada raro: en la medida que migramos nuestra actividad cotidiana a la red, ya sea por desconocimiento de nosotros mismos, los usuarios, o por debilidades en los sistemas y plataformas que utilizamos, al igual que en el mundo material, nos vemos expuestos a ciertas vulnerabilidades. De estas amenazas, tal vez la que suscita mayor preocupación es la denominada ciberdelincuencia.
Este concepto es amplio y agrupa una serie de actividades delictivas que van desde la ya clásica difusión de virus que dañan nuestra información, pasando por estafas como el phishing; el robo y secuestro de datos como es el caso del ransomware; la pornografía infantil y delitos contra la propiedad intelectual; entre otros.
Los países del norte global, sobre todo las potencias, suelen manifestar abiertamente su preocupación por un fenómeno en alza. Es que como lo ha señalado Pawel Herczynski, Director Gerente de Política Común de Seguridad y Defensa y Respuesta a Crisis del Servicio Europeo de Acción Exterior, los ciberataques
“no sólo amenazan las economías, sino también el funcionamiento mismo de nuestras democracias, libertades y valores. Nuestra seguridad futura depende de que sepamos transformar la capacidad para protegernos contra las amenazas cibernéticas: tanto la infraestructura civil como la capacidad militar dependen de sistemas digitales seguros”.
De ahí que, con algo de preocupación, surja la pregunta: ¿Cuál es el estado de la ciberseguridad en América Latina? Pues bien, una revisión a la situación puede arrojar bastantes sorpresas.
Integración y regulaciones tempranas: las grandes fortalezas de América Latina
Primero que todo cabe señalar que América Latina cuenta con una alta tasa de conectividad, sobre todo en las zonas urbanas donde, según un estudio publicado a meses del inicio de la pandemia por el IICA, el BID y Microsoft, el 71% de la población ya cuenta con acceso a Internet. En las zonas rurales, no obstante, existe un notorio rezago con menos de un 37% de acceso.
Sin embargo, en términos absolutos, la conectividad en la región alcanza un nada despreciable 68% que supera ampliamente el promedio global de un 40% y marca una amplia brecha con otras regiones en desarrollo como es el caso de África que cuenta con solo un 18% de su población conectada a Internet.
Estos niveles de conectividad que dan cuenta de ciertos grados de lo que la CEPAL ha denominado “consolidación de trayectorias tecnológicas”, no son casuales. Desde la irrupción del Internet comercial en los años noventa del pasado siglo, los gobiernos latinoamericanos han sido actores fundamentales en la masificación de la conectividad a la red por medio del diseño e implementación de políticas que ampliaron las infraestructuras y facilitaron el acceso a dispositivos; inicialmente ordenadores.
Es por ello que, tempranamente, en el año 2004, los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), en un acto adelantado para la época, aprobaron un marco regional coordinado denominado “Estrategia Interamericana Integral para Combatir las Amenazas a la Seguridad Cibernética”. Con estos lineamientos se generaba una pionera instancia de cooperación internacional que, hasta el día de hoy, promueve el intercambio de información, la protección de infraestructura tecnológica y la capacidad de respuesta y resiliencia de los Estados firmantes.
Luego, entre 2005 y 2010, con la aparición de la banda ancha y la consecuente ampliación del tráfico de datos, también crecieron las posibilidades de las aplicaciones de Internet, sobre todo en los campos del audio, el vídeo y la interacción en línea. Estas nuevas aplicaciones, por supuesto, exigían nuevos marcos normativos nacionales y regionales ad-hoc. Y así lo entendieron los Estados latinoamericanos que reforzaron el primer marco regional con nuevos acuerdos comunes con miras a reforzar la ciberseguridad.
Un ejemplo de ello es la puesta en marcha del Programa de Seguridad Cibernética del Comité Interamericano contra el Terrorismo de la OEA -impulsado a través del Comité Interamericano contra el Terrorismo (CICTE). Este programa tiene por objetivo proveer “iniciativas de investigación, fortalecimiento de la capacidad técnica y desarrollo de políticas de ciberseguridad en las Américas. El programa se centra en 3 pilares: desarrollo de políticas, desarrollo de capacidades (incluyendo capacitación y ejercicios cibernéticos), e investigación y divulgación” -según informa el sitio web de la OEA.
En el ámbito del derecho internacional, en tanto, la misma OEA ha incentivado a que sus países miembros adhieran a convenios internacionales en materia de ciberseguridad como es el caso del “Convenio de Budapest sobre el Delito Cibernético”. Argentina, Chile, Colombia Paraguay, Costa Rica, Panamá y República Dominicana ya han ratificado su adhesión, ajustándose así a la legislación de la UE en materia procesal de estos delitos en específico.
Y en ámbitos nacionales, los gigantes México y Brasil, países líderes en tecnologías financieras (Fintech) dentro la región, ya han desarrollado regulaciones internas en esta materia; iniciativas que seguramente marcarán el camino a seguir para el resto de los Estados latinoamericanos.
Debilidades
Pero si la gran fortaleza de América Latina en el ámbito de la ciberseguridad son sus adelantados marcos normativos regionales, así como sus vanguardistas regulaciones a nivel nacional en los países punteros en materia de digitalización, debemos matizar este optimismo con la exposición de ciertas debilidades que, cabe señalar, están presentes, en menor o mayor medida, en todo el globo.
Algunos expertos distinguen tres debilidades principales en materia de ciberseguridad para América Latina: 1) Infraestructura tecnológica atrasada o desactualizada; 2) la masificación de los dispositivos móviles y por lo tanto de Android, sistema operativo muy frágil y expuesto al Malware; y 3) la falta de profesionales y técnicos con sólida formación en el campo de la ciberseguridad que puedan prestar su asesoría a instituciones y empresas.
Entonces, y si consideramos que la masificación del uso de Android la podemos sumar a los problemas de infraestructura, las estrategias a seguir para la región latinoamericana pasan por, atendiendo a criterios del BID: 1) fortalecer el control de riesgos a través del establecimiento de estándares para las organizaciones y tecnologías y por el 2) desarrollo del conocimiento en el sector de la ciberseguridad. Estrategias alcanzables, consideramos, en el mediano plazo, gracias a la ventaja de contar con marcos estratégicos y regulatorios previamente instalados.
Fuentes utilizadas en este artículo:
https://economipedia.com/definiciones/revolucion-digital.html
https://www.elperiodico.com/es/especiales/connecting-africa-desarrollo/internet.html
https://www.cepal.org/sites/default/files/publication/files/35399/S2013070_es.pdf
https://ciberseguridad.com/normativa/latinoamerica/
http://www.oas.org/es/sms/cicte/prog-ciberseguridad.asp
Acerca del Autor de este Artículo
ANDRÉS FONSECA LÓPEZ
Licenciado en Filosofía, Máster en Psicología, Posgrado en Trabajo Social, Diplomado en Políticas Sociales, Pobreza y Territorio, Diplomado en Derechos Humanos de los Grupos en Situación de Vulnerabilidad.
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Hola Andrés, estaba leyendo el articulo, que me parece muy interesante desde el enfoque estadístico de los antecedentes relevados, sin embargo, las conclusiones no son lo que esperaba; indicar que la masificación del uso de Android eleva los problemas de infraestructura, tiende a confundir al lector, los problemas no solo radican en un tipo de SO para móviles, no conozco infraestructura crítica soportada en esa plataforma, por otra parte, considero relevante hacer hincapié en la ausencia de políticas públicas, regulaciones y leyes, que permitan tener mayor nivel de efectividad a la hora de perseguir y ejecutar acciones legales en materias de delitos informáticos o de seguridad de la información, proteger la identidad, perseguir la exfiltración de datos, publicación de datos personales y credenciales, dan pié para que en la región aún existan ataques basados en robo de identidad (suplantación) o “farming” de información, que entregan a los atacantes suficiente información para comprometer o vender a otras organizaciones que finalmente logran ataques de alta sofisticación.
Creo que los temas a trabajar son:
*Protección de la identidad
*Correcto uso de registros DNS y Políticas de los ISP
*Protección de infraestructura crítica
*Capacidad de reacción y contención
*Colaboración entre las entidades publico-privadas
Gracias por su opinión. Saludos