La ciberguerra se abre paso en este mundo digital, sin tanques ni bombardeos, pero con devastadores resultados. El campo de batalla es el ciberespacio, donde no hay límites para hacer daño y en forma silenciosa e invisible.
La ciberguerra entre Irán e Israel
Estos dos países son antagonistas desde hace cuatro décadas, se lanzan ciberataques el uno contra el otro. Son ataques de baja intensidad, pero lo suficientemente dañinos para provocar grandes problemas.
El objetivo de estos ciberataques son las infraestructuras críticas de ambos países, se atacan donde más daño pueden causar. Pero ni el uno ni el otro se adjudican dichos ataques.
Durante el mes de julio ocurrieron una seguidilla de ciberataques entre ambos países.
Ambos países son muy avanzados en tecnología, pero Israel está a la vanguardia.
Todos estos ciberataques le han servido a Irán como argumento de parte de las autoridades para apoyar la creación de una Internet local, desconectada del exterior. Sería una manera de evitar las intromisiones.
Es imposible evitar la ciberguerra, porque no hace falta una declaración de guerra, basta con iniciar los ciberataques en forma silenciosa y anónima. Incluso se puede dar entre aliados.
La ciberguerra es el instrumento perfecto para luchar entre países opositores y es y será la nueva forma de librar batallas, en un campo de batalla infinito como es el ciberespacio.
Es aquí donde entra en juego la ciberseguridad, de la mano de expertos profesionales. Por lo mismo, podemos decir que es la profesión del futuro.
Un verano de ciberataques y explosiones en Israel e Irán
Joan Mas Autonell y Ana Cárdenes
Jerusalén, 31 jul (EFE).- Irán ha sufrido más de una docena de misteriosos fuegos y explosiones en solo tres semanas entre junio y julio. Ocurrieron después de graves ciberataques que pusieron en peligro instalaciones civiles en ese país y en Israel. ¿Ha subido de nivel la guerra cibernética entre ambos? Según fuentes israelíes, sí.
Las alarmas saltaron el 23 de abril, cuando Israel detectó alteraciones en una planta de agua potable clave, donde hackers lograron cambiar los niveles de cloro y químicos del agua destinada a riego y hogares.
Según apuntaron oficiales israelíes y extranjeras al Financial Times, el ataque procedió de Irán, aunque se utilizaron servidores europeos y estadounidenses para ocultar el origen.
En esos momentos, tanto Israel como Irán, al igual que el resto del mundo, estaban ocupados imponiendo medidas de cierre, confinamientos y restricciones de movilidad para hacer frente al coronavirus. Pero la pandemia mundial no dio tregua a la actividad hostil online.
“Todas las líneas (rojas) se han cruzado: un nuevo tipo de guerra ha comenzado”, declaró más tarde Yigal Unna, director general de la Dirección Nacional Ciber, hablando por primera vez abiertamente de la guerra cibernética, aunque sin mencionar a Teherán.
Según reconoció, su país había sufrido un ataque “sincronizado, organizado” que podría haber acabado en “un verdadero desastre”.
LA SUPUESTA RESPUESTA
El 9 de mayo, otra incursión cibernética puso patas arriba el sistema informático del puerto iraní de Sahid Rajaee, lo que sembró el caos y detuvo el tráfico comercial de esta instalación estratégica durante días. El diario Washington Post atribuyó a Israel el ataque, aunque ni uno ni otro han reconocido la autoría ni tampoco han acusado públicamente a su enemigo.
La guerra cibernética entre Estados es cada vez más común, eficaz para dañar al enemigo sin ser visto y un buen “substituto” para evitar escaladas militares: Irán e Israel la practican desde hace años, pero sus fricciones en el ciberespacio parecen haber aumentado, indica a Efe el analista Benjamín Miller.
Yossi Mansharof, experto en Irán del Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén (JISS), cree que en esta pugna Israel -puntero en inteligencia digital y “con capacidades más fuertes” que los persas- va por delante. Lo que no evita que sea un terreno peligroso para ambas partes. Hasta ahora, no se habían registrado ataques tan serios contra instalaciones civiles.
EXTRAÑAS EXPLOSIONES
A los graves ataques de abril y mayo se ha sumado un cúmulo de incidentes, incendios y explosiones en infraestructuras sensibles iraníes, que han hecho sospechar de la Inteligencia israelí y su capacidad de actuación en la República Islámica.
A inicios de julio, un incendio en el gran complejo nuclear de Natanz dañó el programa de desarrollo de centrifugadoras avanzadas que Irán ha puesto en marcha, incumpliendo el pacto nuclear de 2015, previamente abandonado por EE.UU.
La Agencia de Energía Atómica de Irán anunció que “muchos equipos de medición e instrumentos de precisión fueron destruidos en el accidente” y reconoció que la destrucción “puede retrasar a medio plazo el desarrollo y la producción de centrifugadoras avanzadas”.
Fuentes de inteligencia citadas por el New York Times aseguran que Israel fue responsable del ataque, y que se perpetró con una bomba.
Para Mansharof, la implicación israelí en este y otros incidentes no está clara, ya que muchos podrían ser accidentes debidos al mal estado de las infraestructuras. Pero no se puede descartar el sabotaje.
Su coincidencia en el tiempo alimenta sospechas. El 26 de junio hubo una explosión en un depósito de gas de la base militar de Parchín, relacionada en el pasado con el programa nuclear iraní, y en julio hubo explosiones e incendios en otras estructuras estratégicas, como una petroquímica o una planta de energía eléctrica.
Según recoge el analista israelí Seth Frantzman ha habido al menos una docena de incidentes extraños, entre los que destacan un fuego en una planta de misiles en Khojir (26 junio), otro en una planta condensadora de gas en Khorasan (13 julio), una planta de energía en Zargan y una petroquímica en Bandar Imam Khomeini (4 julio), el complejo industrial de Fariman (13 julio), barcos en Bushehr (14 julio) y una planta de energía en Isfahan, el 19 de este mes.
Teherán reconoce que los ciberataques vinculados a gobiernos hostiles son comunes, y admite que en los últimos meses hubo algunos de mayor dimensión, sin precisar cuáles, pero achaca la mayoría de estos incidentes a accidentes, o declina dar detalles por “razones de seguridad”.
En paralelo, en julio, otras dos instalaciones de agua israelíes sufrieron ciberataques, esta vez menores y que fueron detectados y no provocaron daños. El primero fue contra una bomba de agua agrícola en la Alta Galilea, mientras que el segundo fue también en un centro de bombeo de agua en la provincia de Mateh Yehuda, en el centro del país, informó el digital Ynet.
Queda determinar si todos estos incidentes son independientes o si algunos están relacionados y, como advirtió Unna, muestran que “un nuevo tipo de guerra ha comenzado”. EFE
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