El gran intelectual estadounidense, figura central de la revolución lingüística moderna sostuvo que «la gente ya no cree en los hechos». Las democracias están sumidas en el descrédito de la clase política, la insolente riqueza de unos pocos y la precarización de la gran mayoría de las personas, quienes ya no se sienten representadas y dejan de exigir información verídica y responsabilidad a sus gobernantes y a los medios. En esta «mezcla de enfado, miedo y escapismo», se produce un gran «descrédito de las instituciones» y reina la desconfianza generalizada.
En la nota que realiza el diario El País, hay que destacar cómo Chomsky subraya una de las características esenciales del Mundo Híbrido explicado en nuestro libro. En efecto, actualmente las dinámicas económicas presentan una fuerte hibridización. El neoliberalismo globalista se aplica fuertemente sobre las clases más bajas, que sufren de flexibilización, delocalización y ajustes. De este modo, las grandes corporaciones que pretenden representar al «mundo libre», en realidad «han emprendido la lucha de clases, son auténticos marxistas, pero con valores invertidos. Los principios del libre mercado son estupendos para aplicárselos a los pobres, pero a los muy ricos se los protege.» De este modo, el liberalismo sirve como método de opresión de la ciudadanía, mientras los bancos logran presionar sobre la política para obtener beneficios y «ayudas masivas» pues «se les considera demasiado grandes para caer y se los rescata si tienen problemas». Y todo con dinero de los contribuyentes, quienes se siente doblemente estafados, no representados, desprotegidos y desilusionados. Y éste es el caldo de cultivo perfecto para los populismos, tanto de derecha como de izquierda. Así se gesta la erosión de la correcta idea de una sociedad justa, con igualdad, responsabilidad y sueños para todos. De allí el nombre de su último libro, «Requiem por el sueño americano», de obligada lectura.
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